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Saná la relación con tu madre y tu vida cambiará

La madre es la primera persona que vemos cuando nacemos y la primera con la que nos relacionamos aun antes de nacer. Durante el embarazo ya registramos las emociones que siente nuestra mamá, sus alegrías y tristezas, y las interpretaciones que hacemos de eso van directo al inconsciente. Si, por ejemplo, sentimos que ella está incómoda y se queja por tener que llevarnos en su panza, podríamos hacer el decreto de que no somos adecuados, o aceptados o queridos. Y esa sensación nos acompañará durante toda nuestra vida hasta que nos demos cuenta de que es una creencia inconsciente y hagamos algo para cambiarla.

Los seres humanos somos la única especie que demora años en poder autoabastecerse. En nuestros primeros años de vida dependemos íntegramente de los otros, que nos den de comer, nos cambien los pañales, nos cuiden, nos quieran. Nuestra supervivencia depende de nuestros padres, en especial de la madre, quien nos da la leche materna, nuestro alimento.

El tema es que, cuando queremos hacer algo que no esté de acuerdo con nuestros progenitores, no solo no queremos traicionarlos, sino que hasta tememos por nuestra vida. El problema es que, cuando crecemos, ese miedo sigue dentro de nosotros, actuando aun cuando nuestros padres ya no están en este plano porque es un programa inconsciente que funciona a pesar nuestro. Sentimos que, si no hacemos lo que nuestros padres nos dicen, los estamos traicionando; pero, si no lo hacemos, nos traicionamos a nosotros mismos. Y como no queremos perder su amor y buscamos su reconocimiento nos vamos amoldando al sistema, respondiendo a sus exigencias y nuestra conexión con nuestro ser superior interno va desapareciendo.

Es importante sanar el vínculo con nuestra madre para fluir más fácilmente en nuestra vida y evitar los obstáculos innecesarios.

Al principio sentimos que nuestra madre y nosotros somos una sola persona, ella es nuestro mundo; pero ahí es cuando aparece la figura del padre para romper con esta simbiosis y nos damos cuenta de que somos otro sujeto. Eso nos da identidad, nos pone límites y nos forma como individuos. Esto lo puede realizar el padre biológico o cualquier figura que ocupe ese lugar. Cuando somos chicos creemos que nuestros padres son perfectos, que su amor debería ser incondicional, y los idolatramos y admiramos. Por eso, si llegaran a equivocarse o a hacer algo que no está de acuerdo a ese marco que les pusimos, la decepción es muy grande. Entonces, es ahí donde los defenestramos. Pasan de ser nuestros ídolos a convertirse en lo peor del mundo y nos sentimos frustrados, enojados, abandonados.El problema es que no podemos ver a nuestros padres como seres humanos que tienen miedos, inseguridades, frustraciones, tristezas, que también tuvieron padres, mandatos familiares y condicionamientos sociales. Si podemos sentir la Unidad con todos los seres vamos a ver que no somos tan distintos, que vinimos a esta vida a aprender y que todo lo que nos molesta de los otros es lo que tenemos que revisar en nosotros mismos. Todo lo que vivimos desde que nacemos hasta los siete años se va grabando en el disco rígido de nuestra computadora mental y esos programas van operando durante toda nuestra vida automáticamente hasta que algún día podamos distinguirlos, borrarlos y crear nuevos. Por eso tenemos que descubrir qué cosas de las que hacemos hoy en día son por elección propia o por un mandato. Si descubrimos que son un mandato, tenemos que ver cuál es nuestro propio deseo y entender que por hacer lo que queremos no estamos traicionando a nuestros padres ni vamos a perder su amor. Según Sri Bhagavan, todas las relaciones reflejan la relación que hemos tenido con nuestros padres. Por eso, más allá de que tu mamá ya no esté en este plano, está viva en tu mente, y la relación seguirá afectando tu presente. De ahí la importancia de sanar este vínculo para mejorar la relación con los demás, para dejar de repetir patrones negativos de conductas aprendidas. Sri Bhagavan dice que si tenés una mala relación con tu madre tendrás obstáculos innecesarios. Por lo tanto, si sanás esta relación, tu vida fluirá más fácilmente. Las dos claves son el perdón y el agradecimiento. Te propongo que hagas el ejercicio de hacer una lista con todas las cosas de las que te gustaría perdonar a tu madre y escribir al final: “Te perdono por todo y asunto terminado”. Luego hacer una lista de todo lo que tenés para agradecerle y escribís al final: “Te agradezco por todo lo que me diste”. Hacelo con tiempo, con sentimiento, con todo el corazón para que esta sanación llegue realmente hasta los lugares más recónditos de tu inconsciente y haga su efecto. De esta manera, tu vida mejorará profundamente.

MI EXPERIENCIA

Desde chica padecí el sufrimiento existencial, ese agujero negro en la panza que no se llena con nada. Siempre pensaba que la felicidad iba a llegar el día que terminara el secundario, que viajara a Europa, que tuviera un auto, y la lista era interminable. Conseguí la mayoría de las cosas que creía me harían feliz, pero mi vacío interior seguía intacto. Cuando me di cuenta que el camino ya no era buscar hacia afuera, sino para adentro, comencé una búsqueda espiritual intensa, viajando por el mundo, conociendo maestros espirituales y haciendo todo tipo de cursos. En este camino conocí la Diksha, que fue un antes y un después en mi vida. Viajé a la Oneness University en India muchas veces y tomé muchos cursos, incluyendo el de Trainer (que es el que me permite hoy dar los cursos de iniciación y transmitir las enseñanzas y mi experiencia a todas aquellas personas que desean hacer un cambio sig-nificativo en sus vidas). En lo personal se produjo un profundo cambio interno que me permite hoy aceptar la realidad tal cual es, sentirme plena y vivir en el presente sintiendo una enorme conexión con la gracia divina; lo que ayudó a terminar con el sufrimiento existencial y me lleva a un estado de conciencia más elevado desde donde puedo disfrutar y dejar de querer tener el control de todo. Me atrevería a compartir que me siento feliz la mayor parte del tiempo y cuando no es así, simplemente lo experimento sin resistencia.